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- 18/Oct/2014
Mamás y bomberas: cuando la entrega es una forma de vida
Salir en medio de la noche cuando suena la sirena no es tarea fácil, a menos que Fiona, de diez años, se levante también para preparar el uniforme y ayudar a su mamá: «No podría vivir sin mis hijos, pero tampoco sin el cuartel», afirmó Florencia López, en una declaración en la que combina su vocación de servicio como bombera y su rol de madre por el que mañana celebrará su día.
«Son las dos cosas más importantes de mi vida. Por supuesto que priorizo a mis hijos, pero no me imagino un día sin venir», dijo a Télam Florencia, de 35 años, mamá de Franco (15), Fiona (10), Iván (6) y los mellizos Alma y Faustino, que nacerán en unos meses.
La mujer es bombera desde hace dos años en el cuartel de bomberos voluntarios de Lomas de Zamora, donde también trabajó su papá por más de 20 años.
«Mi papá fue sargento, ésto es como mi segunda familia. Acá conocí al papá de los mellizos, para mis hijos esta es como su casa», contó.
Como está embarazada de siete meses y se encuentra de licencia, le pide a algún compañero que vaya a buscarla para compartir tiempo en el cuartel: «Vengo un rato cuando los chicos están en el colegio y sino los traigo, extraño mucho estar acá», dijo.
«Una vez mi mamá fue a atender a una chica que tuvo un accidente en el tren por caminar con auriculares», interrumpió Iván, quien escuchaba atento la conversación y quiere ser bombero cuando crezca.
Su hermana Fiona acotó: «Porque cuando el tren se escucha a lo lejos hay que quedarse esperando». Los dos conocen bien el trabajo de su mamá y la ayudan en lo que pueden: alcanzan la linterna, las botas, o avisan cuando suena la sirena.
«Ellos están familiarizados con todo esto, lo tienen incorporado. Trato de explicarles mi trabajo y contarles lo que puedo, saco provecho de algunas cosas que sirven para que entiendan algunos peligros», contó la mamá y bombera.
Para Florencia, que también es maestra jardinera, lo más importante es que sus hijos entiendan que «el 90 por ciento de las veces los accidentes pasan por imprudencia».
«A veces me da miedo el trabajo de mi mamá porque le puede pasar algo, una vez vino con los pies llenos de ampollas», recordó Fiona y agregó: «Pero es mi ídola».
La tarea que realizan las bomberos del país es «igual a la de los hombres: agarramos una pala o lo que haga falta, no hay distinción», remarcó Silvana Pagani, de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Pampa del Infierno, un pueblo de 18 mil habitantes ubicado a 81 kilómetros de Presidencia Roque Sáenz Peña, en Chaco.
Silvana tiene 35 años y es bombera desde hace cinco, cuando se fundó el cuartel del que su marido es jefe.
Tiene dos hijos, Bruno (10) y Lautaro (8), y «cada vez que suena la sirena empiezan a sonarme además los teléfonos, porque mi familia y amigos saben que tengo los chicos».
«Siempre que tenemos que salir me llaman para ofrecer ayuda con los chicos, aunque ellos empezaron con nosotros, porque cuando fundamos el cuartel tenían cinco y tres años. Ellos a veces nos acompañan y saben el trabajo, cargan las unidades, nos alcanzan cosas y saben cómo portarse para no molestar», contó la mamá e instructora del departamento de socorrismo de la Academia Nacional de Bomberos.
Combinar la maternidad con la vocación de servicio no es complicado para Silvana: «Ellos son parte de esto, están muy acostumbrados, Y como les explicamos todo, incorporan muchas enseñanzas», contó.
«Es muy movilizador cuando vas a un accidente o incendio y hay chicos de la edad de tus hijos; esa es la parte más difícil del trabajo, pero te hace valorar las cosas de otra manera», subrayó.
María Elisa Fernández tiene 41 años, dos hijos y es bombera de la Asociación de Bomberos Voluntarios de Maipú, provincia de Buenos Aires.
«No hay bomberos en mi familia, elegí esto porque me gusta todo lo que es emergencias, soy también enfermera», contó a Télam la mujer, quien es bombera voluntaria desde hace nueve años.
Sus hijos Ramiro (11) y Enrique (17) también ayudan: «A veces no escucho la sirena en la noche y son ellos quienes se levantan y me avisan, me preparan las cosas; lo llevan en el alma», dice la mamá.
«Salir corriendo es más fuerte que uno, nunca sé lo que me voy a encontrar. Nosotros atendemos muchos incendios forestales y, en fines de semana largos, muchos accidentes sobre la ruta 2», precisó.
Para María Elisa «no es fácil convivir con el dolor»: «Eso te cambia la cabeza. Cada vez que salís no sabés si vas a volver, por eso cuando vuelvo a casa valoro lo que más quiero: mis hijos y mi familia».
Fuente: www.telam.com.ar
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